martes, 23 de agosto de 2011

ejercicio de PHOTOSHOP




"Un ejercicio de Photoshop,a partir de una fotografía hacer una lata de refersco y ponerla sobre otra foto"

El discurso de Matías

Luna llena. San Jacinto. Manabí.









¡¡¡Marcelita estamos en la playa, estamos en Pedernales….¡¡¡ y estoy viendo el maaar¡¡¡ dijo Matías con emoción mientras sujetaba el teléfono.

Y yo como si todo el océano que teníamos en frente quisiera pasar por mi garganta y salir de nuevo por lo ojos. Yo, con una sonrisa que intentaba disimular la ganas de llorar.

Pero llorar no de tristeza sino de alegría porque para mi esa frase de Matías, mi hijo. Esa frase, esa cortísima frase era todo un discurso viniendo de él.

Y así parqueados frente al mar tras una llamada que solo tenía por objeto informar a la familia que llegamos bien a nuestro destino surgió ese momento glorioso: Matías que a sus cuatro años y medio aún no quería hablar tomó el celular y habló con su abuelita. Luego hubo más palabras y monosílabos pero hubo también frases enteras y hasta un comentario: aquí no ha habido iglesia.
Fue hace dos días y sigo repitiendo en mi mente esas palabras, esa expresión de asombro y alegría en su rostro.
Los recuerdos se mezclan también con la desesperación que sintió cuando se dio cuenta de que habíamos olvidado su almohadita bebé y nos pedía que regresáramos a traerla y me angustié con él. Pero luego la paz vino con las olas del Pacífico.

Algunos días atrás aún la sin luna. Quito

Faltan pocos días para salir de vacaciones, mientras tanto yo golpeo las teclas de la computadora portátil haciendo algunos apuntes y consultas miro a la ventana aparece una uña de luna, una luna naciente, pienso en el viaje que vamos a realizar y siento la misma angustia que tengo siempre antes de cada paseo; esa sensación de que me puedo olvidar algo, los papeles del carro, perdernos por algún camino, que me coja el cansancio al manejar, que no hay hotel y cada problema deja ver por si solo la solución, sin embargo yo guardo este temor por que la vez es una forma de estar alerta y anticiparme a las cosas.

Este miedo no es gratuito es como dice algún estudio psicológico: es la memoria genética, lo heredé de mis padres o mis abuelos y claro, repaso mi vida y me encuentro con la primera vez que yo conocí el mar, ya tenía unos 9 años pero un año atrás mi mejor amigo de la escuela había perdido a su padre en el mar y no quería que me pasara lo mismo. Por eso yo no dejaba de ver a mi papá, pero aún más él tenía miedo de que nos pase algo a mi y a mi hermana y ese miedo ese exceso de cuidado se lo pasé yo a Matías.

No es que él no pueda hablar. Es que heredó ese exceso de cautela de prudencia y no habla sino lo estrictamente necesario por ejemplo luego de mirar y mirar un árbol no sube a él sino esta plenamente convencido de que todo esta bajo control.

Y entender toda esa prudencia nos costó lágrimas, la mayoría de los niños empiezan a hablar al año y medio sin embrago Matías solo expresaba monosílabos y repetía frases. En la guardería nos hablaron de exámenes, de pruebas, de sicólogos, de neurólogos, de jarabes, estimulación temprana y una escuela para terapia del lenguaje.

No, no más.No queríamos más de nada solo esperábamos que de un día para el otro el nos sorprendiera con cualquier palabra con cualquier frase.  Se que mis miedos él los entiende, se que debo dejar que él enfrente sus miedos…y los venza y con eso se irán mis miedos, pero para esto debo dejarlo vivir. Y yo... debo dormir.

Casi cuarto de Luna. Quito

Tenemos un mapa de carreteras, un plan de viaje, una cámara de fotos, las prendas necesarias para la playa, el dinero y como siempre un poquito de mis recelos… por si acaso.
Me siento confiado en Edith, mi esposa, que tiene un sentido de aventura mucho más grande que el mío y adornado con un sentido de orientación magnifico, además maneja desde que tenía 12 años y maneja muy bien, su padre le enseño durante sus viajes como arreglar el carro, es muy práctica y previsora.
Mejor sigo haciendo mis tareas, leyendo, consultando. Me duermo.


Casi, casi luna llena. Quito

La angustia sigue rondando mi cabeza, que tal si le sienta mal a Matías que tal si no quiere ver el mar, después de todo cuando era más chico al ver el mar fue presa del pánico y grito y lloró hasta que no pude más y nos fuimos, pero ahora es diferente. Tiene que ser diferente. No hay de otra. Es el último paseo antes de que entre a la escuela y este viaje tiene que ser diferente. No solo para él sino para mí y yo he estado trabajando y trabajando mucho en esto de ser papá.

Antes no dejaba que mi hijo tuviera nada a su alrededor que lo pudiera lastimar, si se caía yo corría con desesperación a auxiliarlo. Ahora no, estoy pendiente pero se que él tiene que aprender a levantarse y ya lo ha hecho, me lo ha demostrado, se supera día a día y me sorprende con su habilidad para levantarse para aprender nuevas cosas, armar los legos, la memoria que tiene, su afición por las iglesias, sobre todo su pasión por la iglesias, nunca le hemos obligado a ir a una, le enseñamos a rezar pero nunca como obligación, es algo que el mismo nos pide cada noche antes de acostarse. Y cómo se ríe cuando mira los Hermanos Kratts en la tele. Ya no es él soy yo el que con mi exceso de protección, de preocupación le freno su desarrollo. Lo entendí: si voy preocupado haré cosas que rieguen la tensión en el aire, entonces dejo todo, cierro los ojos y determino que voy a descansar.


Luna llena. San Jacinto. Manabí.

Después de su famosa frase no ha parado de hablar, pregunta todo, come muy bien, entró al agua jugó en la playa, se encontró una estrella de mar y la llevó hasta el agua para que vuelva a su casa. En la mañana vemos a los pescadores, los ojos de Matías no dejan de explorar el entorno y los mira y empieza a describirme las cosas que ve. Papito esas son las redes y sirven para atrapar peces para que podamos desayunar. Y empieza a gritar a dirigir la operación de pescar Jalen, jalen, ha visto las gaviotas y a un par de pelicanos y su tesoro es ahora una pluma de pelicano que encontró en la playa y me dice que va a comprar tinta azul para que yo escriba con la pluma que encontró. Y no deja de fijarse en las iglesias y nos pide que entremos a una, que interés tienen por las iglesias. ¿Por qué quiere que entremos en cada iglesia que ve?. No podemos parar porque, claro están a la vista en la carretera pero, debemos avanzar y aplazamos la visita a una iglesia. Me siento confiado, alegre, optimista y seguimos el viaje. Mañana rumbo al Sur a Guayaquil.

Luna llena. Guayaquil.

En el viaje Matías ha hablado sin parar describe todo y pregunta todo si yo le respondo él gira y le cuenta a la mamá como si ella no hubiera escuchado nada y de igual forma me cuenta todo lo que acaba de aprender. Recuerda con detalle sobre Manta y el puente, el paso por Montecristi y en especial su Iglesia, que por cierto a mi me llamó la atención por que tiene en la pared vecina una figura de Eloy Alfaro hecha con baldosas, pero en fin tampoco pudimos entrar en la iglesia y sigue recordando que vio la playa por la tarde y las gaviotas. ¿Dónde esta mi pluma de pelicano? Y revuelve todo el carro hasta encontrarla.
Le pregunto a Edith: ¿quién es este guagua y dónde nos lo cambiaron?, nos reímos felices de escucharlo hablar y el sigue dueño de su mundo es amigo de todos, se alegra de estar en Guayaquil conoce la ciudad y se vuelve nuestro guía en el Parque histórico al que asombrosamente recuerda pues estuvo ahí cuando tenía dos años, lleva a sus primos y les cuenta de las cosas que hay allí.


Terminamos el recorrido en la parte donde están los cocodrilos, las aves, los zorros y luego los lleva de la mano hasta donde sabe que hay una iglesia. Nos mira y les dice a sus primos adolescentes a esa iglesia si vamos a entrar no tenemos apuro. Yo también entro, algunos metros atrás de ellos. En el silencio repaso sus palabras, ¡habló¡, Matías habló y ahora yo no digo nada y agradezco así sin pronunciar palabra sin emitir sonido alguno y así mismo lloro.